05/07/2014

Los cráteres de mi vida

Los cráteres de mi vida. No es una lista muy larga, como pueden imaginarse. Pero hace poco un amigo me preguntaba cómo era estar en un gran cráter, y le dije que era como estar en un estadio. El de Brasilia, por ejemplo, no sé por qué me viene a la mente. Pero sin el techo. Así se ve el Meteor Crater, o Barringer Crater, en Arizona, desde la platea superior...


Sólo que es gigantescamente más grande que un estadio de fútbol. El estadio de Brasilia se perdería ahí al fondo.

Otro cráter notable de mi vida no es uno de impacto, sino volcánico. El cráter del volcán Villarrica, siempre cambiante. Cuando lo visité se veía así. Un pozo de 100 metros de ancho, descendiendo en forma de chimenea vertical 100 metros o más hacia las entrañas del volcán...


Sí, esas pulguitas del otro lado del abismo son personas. Asomándose por el borde (echado de panza, no vayan a creer que uno se asoma así nomás en un lugar como éste) alcancé a sacar la foto de aquí al lado. Rocas del tamaño de casas caían todo el tiempo de las paredes. Burbujas aún más grandes explotaban en el lago de lava hirviente. Todavía me da escalofríos.



Estuve en otros cráteres volcánicos, pero el de Villarrica y el Meteor son los más memorables. Cráteres de libro de texto, se podría decir. Así que cierro con uno que me gustaría visitar, un cráter muy raro, un poco al sur del gran cráter Huygens en Marte...


¡Qué rasante debe haber sido el impacto para hacer algo así! Otro día cuento más sobre estos cráteres estirados.

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